Segundo Lugar Pabellón de México en la 14ª Bienal de Arquitectura de Venecia / Arqueología de la modernidad

La semana pasada les dimos a conocer el ganador de la propuesta para el Pabellón de México en la 14ª Bienal de Arquitectura de Venecia, Condenados a ser modernos. Hoy los dejamos con el segundo lugar a cargo de Lucía Villers, Juan José Kochen y Alberto Odériz con su propuesta titulada: Arqueología de la modernidad. La persistencia de las ideas.

En esta propuesta el pabellón propone revisar el estado de las ideas que aún sostienen gran parte de la arquitectura actual y seguir su pista a través de los últimos cien años de producción para poner en valor sus logros pero también cuestionar algunos de los paradigmas que sostienen el Movimiento Moderno. Con la metodología de un arqueólogo se aisla en unidades independientes el territorio de la modernidad en México y se agrupan en bloques temáticos que persisten hasta nuestros días. El pabellón muestra estas ideas como un territorio laberíntico sin principio ni final, en donde los recorridos son libres para ser mapeados por cada visitante.

Descripción de los arquitectos. Al igual que el historiador Lewis Mumford inicia The City in History, este pabellón comienza con una ciudad que era, simbólicamente, un mundo (moderno); y concluye con un mundo que se ha vuelto, en muchos aspectos prácticos, una ciudad que ha transformado la modernidad. La arquitectura y la ciudad son un presagio fundamentado. El planteamiento sugiere puentes y puntos de fuga desde el ideario mexicano, que aquí convergen para perderse en un laberinto con múltiples relatos. Se trata de un pabellón con lecturas complementarias. No se trata de un capítulo más de La modernidad superada, al contrario, se busca establecer la persistencia de las ideas modernas como parte de un mosaico de modelos inconclusos y adaptados, de fracasos y devenires que editan un lenguaje compartido de la arquitectura y la ciudad.

Courtesy of Lucía Villers, Juan José Kochen y Alberto Odériz

Al elaborar un planteamiento inicial sobre las ideas de la modernidad a lo largo de 100 años (Absorbing Modernity 1914-2014) –como premisa propuesta por Rem Koolhaas, director de la 14 Bienal de Arquitectura de Venecia al aseverar que “es hora de ocuparse de la arquitectura, no de los arquitectos”– se establece una apuesta por encontrar las ideas de la modernidad situando el contexto mexicano. El reto radica en contar las ideas antes que las obras o los arquitectos para inferir que en México la modernidad no se absorbió por completo y aún destaca una singularidad nacional a partir de las ideas (Fundamentals) que construyeron el escenario moderno. De tal forma, y volviendo a Koolhaas: “cuando la memoria se debilita, la única opción es la visión”, la propuesta establece un antes y después de las ideas de la modernidad. En ¿Qué es la historia? Edward Hallett Carr decía que la historia que leemos, aunque basada en los hechos, no es en absoluto fáctica, sino que más bien, como el palimpsesto de la ciudad, consiste en una serie de juicios admitidos y subjetivos. La historia intenta dar razón de nuestro presente concreto; ante él no podemos más que tener ciertas actitudes y albergar ciertos propósitos. Debajo de ella se muestra un interés en la realidad para adecuar nuestra acción e interés en justificar nuestra situación y nuestros proyectos. La historia moderna resulta fundamental para favorecer y ampliar la conciencia colectiva, para hacer de la recuperación y el olvido selectivo del pasado un instrumento de identidad crítica desde la investigación, y en esta caso, desde un pabellón de arquitectura. Se vuelve cada vez más insostenible la pretensión de desvincular la historia en la que se participa y se toma posición de la historia que se investiga y se escribe. 

Courtesy of Lucía Villers, Juan José Kochen y Alberto Odériz

Modernidad(es) 

Courtesy of Lucía Villers, Juan José Kochen y Alberto Odériz

La modernidad, en el caso de nuestro país, no sólo no ha terminado sino que está todavía por definirse, por alcanzarse. La arquitectura mexicana logró, durante cien años, una enorme calidad. La modernidad en la arquitectura fue adoptada y adaptada en México con singular acierto. La calidad y la cantidad de las obras de la arquitectura moderna que se produjeron fueron reconocidas tanto dentro como fuera del país; México logró un lugar destacado en el panorama mundial por sus aportaciones al avance de la arquitectura. Habría que aclarar que, en la cultura, la modernidad, en su contenido dinámico, no fue la fijación de un estilo o de una identidad formal, ni la aplicación de un repertorio de elementos; fue más bien –y sigue siendo- un proceso dinámico de crítica y de búsqueda de alternativas, la conciencia y la tensión de un cambio continuo. La modernidad implica una ruptura que demanda reflexión y acción creativa y renovadora proyectada hacia el futuro. Así como lo Antonio Toca en La arquitectura mexicana del siglo XX, revisitar el modernismo de hoy es como visitar un país extranjero, un lugar en donde actitudes y creencias son tan ajenas e incomprensibles que la brecha entre la dura realidad del presente y la visión del pasado de un mundo difícilmente puede ser comprendido o entendido, más por sus ideas transmutadas.

El Movimiento Moderno es una historia de esperanzas, optimismo desbordado, idealismo social inocente, y arrogancia considerable, en la que los artistas, arquitectos y artesanos del mundo construyen un lugar mejor a través de una nueva forma radical de diseño. Era necesario para revitalizar una corrupta, exhausta y cansada guerra con la sociedad. "Arquitectura o revolución", proclamó Le Corbusier. La máquina iba a ser el símbolo e instrumento de la salvación; mecanización y estandarización podrían servir a la humanidad a través del sistema político progresista. Todo daría lugar a una estética en la que el mensaje moderno sería mesiánico. Limpiar el desorden. Desterrar el pasado. Diseñar para el futuro. Este era el punto de partida para un cambio de imagen extremo. En On Architecture: Collected Reflections on a Century of Change, Ada Louise Huxtable decía que hay tres partes del espectáculo: Buscando la utopía, Construyendo la utopía y Repensando la utopía. La primera trata de la centralidad de la máquina y el arte que se produce en su imagen, y que incluye a la pintura, la escultura y el performance. El segundo presenta la arquitectura, el diseño de interiores y los artículos de la vida doméstica... Dos segmentos menos familiares frente a la cultura corporal saludable y la relación con la naturaleza. Pero el último e inescapable punto es que los objetivos modernos eran conmovedoramente irreales, el movimiento puesto en marcha, efectivamente, cambió el mundo, de forma permanente e irrevocable: “tenemos que poner sus éxitos y fracasos en perspectiva, de suspender el cinismo crítico el tiempo suficiente para recuperar su significado y contexto”. 

El caso mexicano

Courtesy of Lucía Villers, Juan José Kochen y Alberto Odériz

La arquitectura mexicana logró una serie de contrastes y fragmentos contrapuestos. México se lanzó a la modernidad en una carrera de largo aliento. En la primera mitad del siglo XX, el país no había entrado plenamente a su etapa industrial; sin embargo, la Segunda Guerra Mundial dio un gran estímulo al crecimiento de su economía. Se realizaron las primeras grandes obras; se urbanizaron ciudades y se construyeron presas y carreteras. El país despertaba a la modernidad, a la época del desarrollo estabilizador y de la industrialización en mayor escala, para lo cual era prioritaria la formación de recursos humanos. Tras las incursiones funcionalistas de José Villagrán con el Hospital para Tuberculosos y la Casa O’Gorman 1929 de Juan O’Gorman –ambos concluidos en el mismo año– se inició una modernidad que integraría elementos regionales y que dio pie a una serie de fragmentos de modernidad sobrevive dentro de una sociedad que no encaja exactamente con el modelo previsto. El resultado es un país y una arquitectura de opuestos cuyos habitantes interpretan un orden y unas formas que no siempre son las suyas. Entre los restos de estos fragmentos existe una grieta, un vacío aún en construcción, auténtico laberinto en el que se mueve México y ahora, en este pabellón, sus visitantes. 

Este pabellón busca una comprensión más allá de las formas construidas y próxima a las ideas que las generan. En un intento por hacer que los paradigmas se desplacen y se reinventen, se contempla la historia como un lugar para poder cambiar convenciones y críticas convenidas. Por tanto, no se busca la reconstrucción de un pasado sino los escenarios actuales y futuros. La arqueología de la investigación concibe una ‘muestra’ de archivo para formar fichas que describan una idea. Hugo Segawa escribió que la investigación sobre la arquitectura de América Latina es “una tarea más de índole arqueológica que historiográfica”; William J. R. Curtis que “la formulación de mitologías nacionalistas en los contextos latinoamericanos tampoco ha ayudado demasiado a aclarar las cosas, dada la tendencia a sobrevalorar el papel de supuestas continuidades y/o raíces locales; y Octavio Paz que “la modernidad ha sido una cortada del pasado y lanzada hacia el futuro siempre inasible, vive al día: no puede volver a sus principios y, así, recobrar sus poderes de renovación”. La tarea de representar dicha modernidad, incluso de construirla, ha estado puesta en gran medida en manos de la arquitectura. Ese persistente deseo por lo nuevo responde a dos aspectos: por un lado, a la búsqueda de una nación pendiente por definir su identidad tras su Independencia en 1836, y por otro lado, al enorme crecimiento poblacional y la consecuente expansión urbana a partir de la Revolución de 1910. 

Si bien la modernidad se ha definido en base a cuatro fases desde 1857 a 1958 (la Ilustración, la Independencia, las Reformas Liberales y la Revolución Mexicana), el siglo XX concentra el mayor impacto en los cambios tanto culturales como poblacionales y urbanos. Así lo resume Fernanda Canales en Arquitectura en México 1900-2010, con la finalidad de apropiarse de las modernidades de ayer, pues éstas pueden ser a la vez una crítica de las modernidades de hoy y un acto de fe en las modernidades de mañana y de pasado mañana. Al final, la seducción de la modernidad nos enseñó que el viaje del nuevo héroe no necesitaba de desplazamientos a lugares lejanos para consumar sus hazañas. En México, aún está por verse. 

Las ideas

Courtesy of Lucía Villers, Juan José Kochen y Alberto Odériz

¿Cómo rastrear las ideas de la modernidad mexicana para identificar el estado actual de su arquitectura? ¿en qué se han convertido? ¿aún son vigentes? ¿qué modernidades se absorbieron? ¿cuáles se transformaron? ¿cuáles desaparecieron? Y sobre todo, ¿qué ideas persisten como parte de nuestra arqueología contemporánea? Este pabellón es un trabajo arqueológico cuyo objetivo es medir las distancias y paralelismos entre el proyecto moderno, su transformación, y posterior repercusión; el deseo, la realidad y su porvenir. Un mapa de coordenadas que devela los fragmentos de un complejo y sinuoso laberinto de cien años de arquitectura en México. 

Werner Karl Heisenberg decía que “las ideas no son responsables de lo que los hombres hacen de ellas”. Y el resignificado de un pensamiento se traduce en una a-puesta museográfica. Se trata de una propuesta curatorial que muestra una modernidad inacabada, liberada de destinos imaginados, literal y figurativa, cuya única finalidad es huir hacia los espacios indefinidos de las ideas modernas desde la arquitectura. A la vez, y como consecuencia, la intención es llenar huecos, algunos, sobre la escasa y dispersa historiografía de arquitecturas, arquitectos y urbanistas del siglo 20 en México, y sobre todo de las ideas que repercutieron en su obra. Al ser un pabellón que destaca una investigación historiográfica vinculada a una propuesta museográfica, arquitectónica y editorial, el fin último es contar una buena historia, narrarla y luego volverla a contar. Lo más relevante recae en cómo identificar los puentes de correlación entre una teoría moderna y su réplica o repercusión en arquitecturas particulares, pero sobre todo, cómo fue el proceso de intercambio, de comunicación y diálogo para encontrar las ideas como modelo de cambio. 

La revaloración de la primordial función que las ideas desempeñan en todo proceso productivo, incluido el de los espacios habitables en primer lugar, y la particular imbricación que de ellas hicieron los arquitectos mexicanos al elaborar los proyectos que llevaron a cabo, abre la puerta a una concepción distinta a la prevaleciente actualmente a nivel historiográfico y teórico del quehacer arquitectónico. Esta concepción se fundamenta en un hecho muy simple: nuestro referente más general está constituido por los espacios habitables socialmente elaborados, mediante los cuales la sociedad humana acrecienta, mejora, enriquece, adecúa la habitabilidad natural, fundamental, pero no suficiente para el desenvolvimiento de la vida humana. Ramón Vargas Salguero, 2013

Ni el proyecto modernizador ni el unificador triunfaron totalmente...no llegamos a una modernidad, sino a varios procesos desiguales y combinados de modernización. ¿Cómo hablar de la ciudad moderna, que a veces está dejando de ser moderna y de ser ciudad?. Néstor García Canclini, 1989 

Pabellón

Courtesy of Lucía Villers, Juan José Kochen y Alberto Odériz

El ideal moderno: La arquitectura como disciplina sufrió una transformación radical a principios del siglo pasado que invertía un modelo basado en la tradición (lo aprendido) a otro fundamentado en las ideas de su realización (lo proyectable). Primero se debatían las ideas que guiarían a la nueva sociedad y después la aplicación de éstas: una nueva forma de construir que transformaría el mundo. La proliferación de manifiestos y su divulgación a través de publicaciones y fotografías, así como el veloz desarrollo de la tecnología, permitía pensar una materialización del discurso en apenas unos años. Hacia una arquitectura podía transformar el oficio de un joven arquitecto en poco tiempo como Juan O’Gorman así como su forma de hacer arquitectura. La Revolución y la Constitución de 1917 marcaron el inicio y la necesidad de construir un nuevo país a partir de la renovación de todos sus elementos formales, simbólicos, históricos, artísticos y sociales. La modernidad arquitectónica encontrará una adecuación cuyos manifiestos encajan a la perfección en las voluntades políticas de un nuevo orden revolucionario. La utopía como modelo de cambio. 

La modernidad fragmentada: Cien años después la frustración de los objetivos no logrados se avivan y mantienen las metas del discurso pero todas las ideas y contradicciones que lo armaban se han vuelto estructurales, también para la arquitectura. Desde las Pláticas de Arquitectura de 1933, organizadas por la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, la discusión de la modernidad en México oscila entre el hilo conductor del Movimiento Moderno y la búsqueda de unas raíces propias. Pero la actualidad presenta una realidad más compleja que no responde a un relato coherente y mucho menos a resultados homogéneos. La actualidad es una suerte de fragmentos de modernidad, en algunos casos brillantes (Ciudad Universitaria) y en otros lamentables (Casas GEO), restos de modelos no siempre acabados, de caminos abiertos sin un rumbo claro, de modernidades triunfantes, utopías fallidas, opciones contradictorias, modos de vivir y de construir que ante todo no son homogéneas y por lo tanto su relato e ideas que lo soportan, tampoco puede serlo. 

Courtesy of Lucía Villers, Juan José Kochen y Alberto Odériz

La persistencia de las ideas: En este contexto es necesario revisar el estado de las ideas que aún sostienen gran parte de la arquitectura actual y seguir su pista a través de los últimos cien años de producción para poner en valor sus logros pero también cuestionar algunos de sus paradigmas. Este plano cartográfico pretende dejar de lado el relato mitificador del Movimiento Moderno y regresar al archivo para investigar cuáles eran los argumentos que sostenían los proyectos a través de las palabras de sus protagonistas; y donde la relevancia recae en lo que se vio/vivió y no quién/quiénes lo hicieron (“No hagan lo que yo hice, vean lo que yo vi”, como diría Luis Barragán). Con la metodología de un arqueólogo se aísla en unidades independientes el territorio de la modernidad en México agrupándolas en bloques temáticos que dan la vuelta y persisten hasta nuestros días. Esta arqueología de la ideas muestra cómo, pese a las grandes cambios en el último centenario, muchos de los paradigmas de la modernidad siguen presentes –y aún en proceso de cambio– en la arquitectura actual. El insistente discurso de renovación e innovación tras el paso de las décadas sigue buscando las mismas ideas. 

El laberinto de la modernidad: El Pabellón de México para la 14 Muestra Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia rastrea huellas historiográficas como parte de un plano laberíntico de las ideas de la modernidad sin principio ni final –aunque con dos lecturas sugerentes– y donde los recorridos a través del tablero de México son libres para ser mapeados por cada visitante. De tal forma, esta deriva a través de las ideas de la modernidad busca contar el momento histórico que se vivió, la realidad que se vivió, y cómo repercutió en la arquitectura del siglo XX hasta principio del siglo XXI. Cada una de estas ideas sobrevive dentro de una sociedad que no encaja exactamente con el modelo previsto, el resultado es un país y una arquitectura de opuestos cuyos habitantes interpretan un orden y unas formas que no siempre son las suyas. Una modernidad fragmentada, pero que destaca por su singularidad. El proceso de arqueologías descubiertas propone reconstruir identidades, subjetividades sociales; restablecer una idea de lo que fue para anunciar la transformación de los referentes sociales –y arquitectónicos– así como sus vicisitudes para convertirse en lo que aún no es pero comienza a ser. La realidad que brindan las voces e imágenes se reconstruye con la subjetividad que los vuelve significativos. Entre los restos de estos fragmentos existe una grieta, un vacío aún por construir e interpretar, un auténtico laberinto en el que se mueve México y ahora, en este pabellón, sus visitantes. 

Courtesy of Lucía Villers, Juan José Kochen y Alberto Odériz

La muestra de las ideas reúne las siguientes líneas temáticas: La utopía como modelo, La buena naturaleza, Unidad habitación, Planta libre, La arquitectura visible, Lo local, Cuestión de educación, Esparcimiento, Monumentalidad, Modernización, El automóvil, Se vende, La función social, El malestar por la ciudad y Ciudad de letras. 

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Cita: Javiera González. "Segundo Lugar Pabellón de México en la 14ª Bienal de Arquitectura de Venecia / Arqueología de la modernidad" 27 ene 2014. ArchDaily en Español. Accedido el . <https://www.archdaily.cl/cl/626587/segundo-lugar-pabellon-de-mexico-en-la-14a-bienal-de-arquitectura-de-venecia-arqueologia-de-la-modernidad> ISSN 0719-8914

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