Ricardo Bofill: “¿Por qué las ciudades históricas son más bonitas que las ciudades modernas?”

Para los no iniciados, Ricardo Bofill podría ser comprendido como una suerte de camaleón. Si uno compara el posmodernismo de sus proyectos en París en la década de 1980, con sus recientes torres de vidrio y acero y el estoicismo austero de su propia casa - estudio renovada en los ochenta, podría ser perdonado por pensar que no hay una consistencia presente a lo largo de toda su obra. Sin embargo, como Bofill revela en esta entrevista de Vladimir Belogolovsky de la serie "City of Ideas" (2016), sus proyectos en realidad están enraizados en conceptos de regionalismo y procesos que, aunque recientemente adquirieron popularidad entre la comunidad arquitectónica en general, han sustentado su mente arquitectónica desde los veinte años.

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Vladimir Belogolovsky: Su oficina, una antigua fábrica de cemento, La Fabrica, construida a finales del siglo XIX aquí en Barcelona es fascinante. ¿Diría usted que este es un proyecto manifiesto y un trabajo en progreso o que el mismo ya está finalizado?

Ricardo Bofill: No, esto no es un manifiesto. Este lugar es mi hogar. He vivido y trabajado aquí por más de 40 años. No está terminado y nunca lo estará. Creo que la arquitectura nunca se puede completar. Siempre será necesario más trabajo. Comenzamos este proyecto haciendo primero el trabajo de demolición, destrucción y deconstrucción. Me encantó este lugar cuando lo descubrí por primera vez, nunca fue planeado ni diseñado. Y a pesar de esto, se desarrolló durante muchos años, expandiéndose y reconstruyéndose cada vez que requirió la incorporación de una nueva tecnología. Fue un homenaje a la industria. La fábrica me recordó a la arquitectura vernácula. Fue el lenguaje vernáculo industrial que me atrajo. También hubieron muchos momentos surrealistas, como escaleras y puentes que no iban a ninguna parte, arcos y pórticos en los lugares más inesperados... Empecé con una idea muy romántica de incorporar la naturaleza en este lugar industrial. Hay plantas por todas partes. Hay toda una capa ecológica entera plantada sobre el complejo industrial original.

La Fabrica, Sant Just Desvern, Barcelona, 1975. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: La razón por la que sugerí que este lugar podría ser un trabajo en proceso, es porque la transformación de la fábrica en su hogar y oficina es muy ecléctica, con elementos de la arquitectura industrial, del brutalismo, del lenguaje vernáculo español, del surrealismo y del posmodernismo.

RB: Claro, pero lo que ustedes llaman elementos posmodernos son, de hecho, historicistas. Todos vinieron antes del posmodernismo. Mi idea en ese momento era recuperar algunos de los elementos de la arquitectura histórica catalana, como las ventanas alargadas y arqueadas de la época medieval en Barcelona. Y usted ya sabe que, cada vez que viajo a lugares tales como ciudades tradicionales japonesas o desiertos en el Medio Oriente o Italia, traigo algunas de estas influencias conmigo, y es posible rastrear muchas de esas referencias. Esos recuerdos son muy importantes para mí.

La Fabrica, Sant Just Desvern, Barcelona, 1975. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: Entonces usted continúa transformando este lugar a lo largo del tiempo.

RB: Constantemente. Como usted dijo, es un proceso en marcha. Y siempre será un trabajo en progreso, absolutamente. Aquí, el espacio me gusta en sí mismo, es muy crudo y limpio, no hay casi nada decorativo. Es un mundo en sí mismo. Aquí nada está realmente diseñado. Lo que tenía en mente mientras transformaba este lugar era un monasterio, un lugar perfecto para la concentración. Desde aquí, ya inicié más de 1.000 proyectos.

La Fabrica, Sant Just Desvern, Barcelona, 1975. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: He leído que usted emplea no solo a arquitectos y diseñadores, sino también a matemáticos, músicos, poetas, cineastas, filósofos, sociólogos... ¿Podría hablar sobre este enfoque interdisciplinario de la arquitectura?

RB: La arquitectura es una disciplina profesional. Fundamental y artísticamente, la arquitectura trata sobre el espacio y sobre la relación entre tiempo y espacio. La arquitectura debe tener una relación con el “genius loci” de cada lugar. En otras palabras, una relación con su espíritu y su ADN. La arquitectura no puede ser traducida de un lugar a otro. La arquitectura debe ser específica para cada lugar. Entonces, lo que trato de hacer con este enfoque multidisciplinario es siempre inventar nuevos proyectos, nuevos estilos. Yo quiero reinventarme. No quiero copiarme o repetir infinitamente ciertas formas, como algunos otros arquitectos... Quiero adaptarme a las condiciones y tradiciones locales. La arquitectura debe estar abierta a otras disciplinas. La arquitectura no puede aislarse en sí misma. Y como todas las demás disciplinas tienden a evolucionar, la arquitectura debe mantener una relación estrecha con ellas para evolucionar a la par.

Single-family house in Ibiza, Ibiza, Spain, 1960. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: ¿Cuál fue su primer proyecto?

RB: Todavía era estudiante, apenas tenía 18 años y me encontraba estudiando arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de Ginebra, Suiza. Mi verdadera pasión se encendió cuando descubrí el trabajo de Frank Lloyd Wright y Alvar Aalto. Comencé a relacionarme con la arquitectura orgánica, con edificios que se integraban con la naturaleza, edificios que no tenían fachada; obras donde las fachadas expresaban las complejidades dentro de los edificios.

Mi padre era arquitecto y desarrollador por lo cual lo primero que aprendí de arquitectura y construcción fue a través de él. Viajamos juntos por toda España e Italia para estudiar arquitectura vernácula y todos mis primeros proyectos los hicimos juntos. Aprendí todo de él y me involucré directamente en proyectos de construcción. Trabajé con constructores y artesanos, y muchas cosas las hice con mis propias manos. También fui influenciado por varias ideas utópicas, por lo cual mi trabajo estuvo en la frontera entre la utopía y la realidad desde el comienzo.

Mi primer proyecto fue una pequeña casa de vacaciones en Ibiza, una casa muy orgánica, con gruesas paredes curvas y pequeñas ventanas que capturaban el “genius loci”. Luego realicé proyectos en Barcelona, ​​Francia, Argelia, África Central y muchos otros lugares... En Rusia, India, China, Japón, Estados Unidos... Y en cada región mi arquitectura es diferente y está relacionada con el lugar. Lo que aprendí de estas experiencias tan heterogéneas entre sí es que la arquitectura no puede ser traducida de un lugar a otro.

La Muralla Roja, Alicante, 1973. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: Regresemos al tiempo en el que usted se unió a la práctica de su padre, a principios de la década de 1960 y comenzó a trabajar en numerosos proyectos residenciales experimentales. En aquella época, dijo que no le gustaba Le Corbusier debido a sus ciudades universales pre-programadas. Usted construyó sus propios prototipos como Barrio Gaudí en Reus Tarragona (1968), La Muralla Rojain Alicante (1973) y Walden-7 (1975) aquí mismo fuera de su oficina. Con estos proyectos, usted exploraba la arquitectura vernácula española y el regionalismo crítico, ¿correcto? ¿Fueron estos primeros proyectos su reacción al modernismo?

RB: Bueno, siempre he dicho que Le Corbusier fue el único arquitecto que mató a la ciudad. Él tenía un total desprecio por la historia. El odiaba la ciudad. Quería dividirla, segregarla en zonas para vivir, trabajar, comerciar, y así sucesivamente. Pensaba en las ciudades y los edificios como máquinas. Mis puntos de vista siempre fueron los opuestos. Cada ciudad es un lugar mucho más complejo, un lugar conflictivo, contradictorio y corrupto. Las ciudades necesitan ser reparadas y curadas, no demolidas y construidas desde cero. Las ciudades comenzaron hace 10 mil años, pero para Le Corbusier no existía la historia. Sus manifiestos únicamente miraron hacia adelante. Pero es claro que la gente prefiere vivir en centros históricos, no en ciudades nuevas. Yo intento encontrar alternativas al modernismo simplista mediante la recuperación del espíritu de la ciudad mediterránea.

Walden-7, Sant Just Desvern, Barcelona, 1975. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: Hablando sobre Walden-7 y otros proyectos experimentales tempranos, usted dijo que cada una de sus obras era diferente porque no le interesaba simplemente producir una arquitectura "hermosa", sino experimentar en el proceso. ¿Podría contarnos más sobre eso?

RB: Me gusta el tipo de arquitectura que es simple, basada en formas naturales y construida con materiales nobles, pero no caros. No me gustan los excesos, los lujos, las formas o los materiales costosos. Me gusta la arquitectura minimalista y sensual. La arquitectura tiene que ver con el proceso. La metodología es un componente clave en el proceso creativo. No existe un método fijo. Cada proyecto debe tener su propio método. Algunos proyectos se basan en ideas preconcebidas, mientras que otros se basan enteramente en el proceso. Es importante tener motores dentro de uno que impulsen el cambio y provoquen la evolución. Estar insatisfecho y ser crítico de tu propio trabajo es muy importante para mantener esos motores internos en constante funcionamiento. En cuanto a mis primeros trabajos de las décadas de 1960 y 1970, fueron muy interesantes en sí mismos, pero cuando me enfrenté a una escala mucho mayor de una ciudad entera como Francia u otras partes del mundo, estos primeros proyectos perdieron relevancia. Vuelvo a incidir en lo mismo: muchos arquitectos se repiten a sí mismos, no son críticos de sus trabajos; Siguen persiguiendo el mismo proyecto por todo el mundo. Desarrollan un estilo. No evolucionan. No me gustan las personas satisfechas. Yo prefiero ser crítico conmigo mismo.

Walden-7, Sant Just Desvern, Barcelona, 1975. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: Usted dijo que era uno de los pioneros del posmodernismo. Pero que una vez que el posmodernismo se estableció y se convirtió en un estilo, ya no estaba interesado. ¿Es esto correcto?

RB: Estás en lo correcto. En esa época, no sabíamos el nombre del movimiento, pero la idea que yo tenía era la de recuperar algunos de los elementos históricos de la arquitectura, la tradición que fue cortada en los años 1920 y 1930. Entonces la arquitectura se convirtió en una tabula rasa. La historia quedó prohibida. Le Corbusier y Mies van der Rohe fueron seguidos ciegamente en todas las regiones del mundo. Por este motivo, este giro a la historia fue bien recibido. Pero cuando el posmodernismo se hizo popular y fue aceptado en los Estados Unidos y en el mundo, también se convirtió en un estilo. Y con el tiempo se volvió irónico y hasta vulgar. Una vez que se convirtió en un movimiento, yo ya no estaba interesado.

Les Arcades Du Lac. Le Viaduc, Saint-Quentin-En-Yvelines, Paris, 1982. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: Usted prefiere llamar al trabajo que hizo en la década de 1980 clasicismo moderno en lugar de posmodernismo. ¿A qué se debe eso?

RB: El posmodernismo se hizo popular después de la Bienal de Venecia de 1980 y, durante un tiempo, estábamos todos muy entusiasmados con él. Pronto yo me di cuenta de que estaba realmente interesado en la arquitectura moderna y en aspectos tales como la eficiencia y el tratamiento minimalista. Pero también estaba muy interesado en la arquitectura clásica y quería combinar estos intereses. No me interesaba el neoclasicismo, que trata de aplicar las reglas académicas de la arquitectura clásica de manera repetitiva y aburrida. Así que estaba tratando de combinar lo mejor del modernismo y lo mejor de los estilos clásicos. Aun me gusta la arquitectura clásica. Me gustan sus nociones de secuencia de espacios, sus sistemas de proporciones y su esfuerzo por la perfección, aunque esta nunca sea alcanzable. Todavía, esta es la arquitectura de la cultura que lucha contra la arquitectura de los bárbaros, la arquitectura sin reglas, la arquitectura del caos y la deconstrucción. Me gusta la arquitectura que da un sentido de tranquilidad y serenidad. Pero hoy intento evitar seguir cualquier estilo particular. No me inspiro en el vocabulario clásico, solo en su espíritu. En su lugar, nosotros incorporamos nueva tecnología, ecología y nuestra propia historia para escribir arquitectura como un novelista escribiría un libro.

Les Espaces D´Abraxas, Le Palacio, Le Théâtre, L´Arc New Town Of Marne La Vallée Region Of Paris, France, 1982. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: ¿Sigue usted siendo un idealista? Cuando piensa en el futuro de la ciudad, ¿qué tipo de urbanismo y arquitectura se imagina?

RB: Sí, el mundo entero está siendo urbanizando a una velocidad increíble y nuevas mega ciudades están surgiendo en todas partes. Pero aún hoy debemos preocuparnos por las cualidades y aspectos que apreciábamos de nuestras ciudades antiguas:  ser compactas, peatonales, sostenibles, ecológicas, eficientes en lo que respecta a la gestión de residuos, y así sucesivamente. Y estas soluciones deben ser locales. No debe haber soluciones globales.

Nansha New City, Guangzhou, China, 1993. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: ¿En qué proyectos está trabajando ahora?

RB: Estamos trabajando en muchos proyectos ahora, como el concurso para la remodelación del estadio del Fútbol Club Barcelona [nota del editor: desde que esta entrevista se realizó, el concurso fue ganado por Nikken Sekkei], un nuevo edificio residencial en Miami, nuevas torres en Asia, nuevas ciudades en África... Y estamos trabajando en una nueva ciudad en China. Serán diez millones de metros cuadrados de ciudad para 200,000 personas en la parte sur de China.

VB: Ese es un proyecto inmenso…

RB: Y muy, muy complicado, como usted podrá imaginar...

VB: Pero espere un momento, ¡usted se ha convertido en un Le Corbusier de China!

RB: No, no, no, no... [Risas]. No, porque nosotros creemos en un enfoque muy diferente, una forma de diseñar muy distintiva, integrada y personal. No estoy diseñando esta ciudad de principio a fin. Estamos proponiendo el masterplan, el proceso y muchos elementos diferentes dentro del proceso. Yo postulé mi visión para esta ciudad, pero hay muchos matices en cómo se está planificando. No estoy proponiendo una imagen preconcebida con una tipología particular de edificios. No es como si yo impusiera un criterio inamovible. No. Por ejemplo, Barcelona puede servir como un gran modelo para una nueva ciudad. Aquí tenemos un masterplan fuerte, pero al mismo tiempo, cada 20 metros, tenemos edificios muy distintivos. La visión urbana y las buenas arquitecturas funcionan bien aquí. Urbanistas de todo el mundo vienen para aprender de Barcelona. Tenemos una increíble variación dentro de la continuidad de la ciudad.

The Pyramid, Spanish-French Border, 1976. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VB: En los años 60 y 70 hubo una feroz batalla entre la nueva generación de arquitectos y las ideas modernistas de Le Corbusier, Gropius, Mies y otros grandes maestros. ¿Sigue esta batalla siendo importante? ¿Quién cree usted que ganó? Porque como ya dijo, el estado actual de confusión es probablemente más grande que nunca. Es natural que los jóvenes arquitectos luchen contra la generación anterior, pero lo que tenemos ahora es una lucha entre nosotros. Hay muchas voces.

RB: Sí, muchos arquitectos están luchando entre sí, excepto nosotros. Somos buenos amigos con todos ellos. [Risas.] La arquitectura se ha vuelto extremadamente competitiva. El pensamiento autónomo se está perdiendo. La ideología es a menudo sustituida por los requisitos de los clientes. Se sustituye por la moda y el “star system”. El momento actual es difícil para los jóvenes arquitectos. Necesitamos reorientarnos. Necesitamos enfocarnos en el diseño urbano. Hay muchos objetos arquitectónicos distintivos e interesantes. Pero no es suficiente la unión de todos estos objetos para hacer una ciudad viva. Ese es el nuevo desafío: generar una nueva visión urbana y abordar la relación de la arquitectura con la naturaleza y el cambio climático.

VB: Parece que ahora tenemos más problemas y más preguntas que en los años sesenta.

RB: Estoy de acuerdo.

La Fabrica, Sant Just Desvern, Barcelona, 1975. Image Courtesy of Ricardo Bofill

VLADIMIR BELOGOLOVSKY es el fundador de "Curatorial Proyect", un proyecto sin fines de lucro con sede en Nueva York . Con una formación en arquitectura por la Universidad Cooper Union de Nueva York, ha escrito cinco libros, incluyendo “Conversations with Architects in the Age of Celebrity”(DOM, 2015), “Harry Seidler: LIFEWORK” (Rizzoli, 2014), y “Soviet Modernism: 1955-1985”( TATLIN, 2010). Entre sus numerosas exposiciones: “Anthony Ames: Object-Type Landscapes at Casa Curutchet, La Plata, Argentina” (2015); “Colombia: Transformed” (gira Americana, 2013-15); “Harry Seidler: Painting Toward Architecture” (gira mundial desde 2012);”Chess Game for Russian Pavilion at the 11th Venice Architecture Biennale” (2008). Belogolovsky es corresponsal en Estados Unidos para la revista SPEECH de arquitectura con sede en Berlín y ha dado conferencias en universidades y museos de más de 20 países.

La columna de Belogolovsky, “City of Ideas, presentó a los lectores de ArchDaily sus últimas conversaciones con los arquitectos más innovadores de todo el mundo. Estas discusiones íntimas formaron parte de la exposición homónima del curador, estrenada en la Universidad de Sydney en junio de 2016.

Nota del Editor: este artículo fue publicado originalmente el 13 de septiembre de 2016 y actualizado el 27 de agosto de 2019.

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Sobre este autor/a
Cita: Belogolovsky, Vladimir. "Ricardo Bofill: “¿Por qué las ciudades históricas son más bonitas que las ciudades modernas?”" [Ricardo Bofill: “Why Are Historical Towns More Beautiful Than Modern Cities?”] 27 ago 2019. ArchDaily en Español. (Trad. Maiztegui, Belén) Accedido el . <https://www.archdaily.cl/cl/916150/ricardo-bofill-por-que-las-ciudades-historicas-son-mas-bonitas-que-las-ciudades-modernas> ISSN 0719-8914

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