¿Qué podemos aprender de las ecoaldeas y sus cocinas?

De muchas formas, la observación del área rural y sus comunidades puede brindar lecciones para la implementación de dinámicas sostenibles en las ciudades. Al estudiar específicamente las ecoaldeas, se explicitan puntos importantes sobre la relación entre el ser humano y la biosfera, especialmente en un espacio de importancia para todos ellos: la cocina.

En la cultura capitalista occidental, la dicotomía actual entre naturaleza y humanidad es visible. El hombre forma su identidad como algo externo a la naturaleza y, en la mayoría de los casos, superior a ella. Como consecuencia de esta ruptura conceptual, también aparecen rupturas espaciales. La ciudad es vista como un producto humano, en el que sus habitantes, para entrar en contacto con la naturaleza, necesitan encontrar sus restos en parques o plazas. Los “vacíos” de la ocupación humana, como los bosques, son vistos como fallas, espacios que la humanidad aún no ha transformado.

Sin embargo, hay otra perspectiva desde la que podemos ver esta ruptura. Desde un punto de vista sistémico, es posible observar que todo lo presente en el planeta, e incluso en el universo, es parte de un mismo origen: el origen de la vida, o nacimiento, palabra presente en la raíz etimológica de la naturaleza.

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Collage de producción propia con imagen de satélite de Google Maps

Independientemente del punto de vista elegido sobre el tema, es necesario enfatizar la distancia actual en la cultura capitalista entre la naturaleza y la humanidad presente en forma de acciones. El ser humano, en esta sociedad, produce, crea y construye en una búsqueda constante de la máxima productividad, el máximo beneficio. De esta manera, se distancia del complejo y autorregulado sistema que predispone la naturaleza y que no se preocupa por la máxima productividad, sino por el equilibrio total. Este sistema es la suma de varios ciclos naturales, como el agua, el carbono, el oxígeno, la cadena alimentaria, entre otros, en los que el ser humano interfiere y se rompe.

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Diagrama de ciclo natural, producción propia

Esta ruptura es uno de los temas planteados por Saskia Sassen, socióloga holandesa que se dedicó a comprender las formas en que la humanidad podría tender puentes sobre estas brechas. Saskia (SASSEN, 2011) utiliza la palabra 'biosfera' para referirse a todo aquello que no tiene la presencia del hombre, es decir, ciclos naturales cerrados. Su búsqueda es encontrar un tercer espacio, uno que no sea ni completamente biosfera ni completamente ciudad, algo intermedio, posible de existir por la integración de los polos.

Para ella, este tercer espacio será posible cuando el hombre delegue a la biosfera la acción de insertar la ciudad en ciclos. Con ejemplos prácticos -como la presencia de algas en las fachadas de edificios que capturan CO2-, Saskia demuestra que el tercer espacio se desarrolla a través de tecnología enfocada a la ecología, con elementos de la propia biosfera.

Es posible a partir de la discusión planteada por Saskia Sassen encontrar otros terceros espacios que no son ni completamente ciudad ni completamente biosfera, sino la integración de ambos, como, por ejemplo, las ecoaldeas. Se trata de comunidades intencionales, tradicionales o urbanas que co-crean y conviven en un espacio donde existe una intención comunitaria de regenerarse de forma socioambiental, trabajando con la sostenibilidad en sus cuatro ámbitos: social, cultural, económico y ecológico. (JOUBERT; DREGGER, 2015).

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Diagrama de producción propia con imágenes de satélite de Google Maps. De izquierda a derecha: Auroville (India), Damanhur (Italia), Piracanga (Bahía)

Este objetivo de regeneración sostenible diferencia a las ecoaldeas de las ciudades en cuatro puntos principales:

  • El primero es el social: las ecoaldeas son autónomas, lo que ocurre de diferentes formas y en diferentes grados. Sin embargo, el hecho de que estos estén compuestos por comunidades, donde existe una relación directa entre los residentes, hace más posible el compromiso y la articulación en la toma de decisiones.
  • La segunda, económica: las ciudades se espacializan de acuerdo con el máximo beneficio del capital, mientras que las ecoaldeas, a pesar de no estar fuera del sistema capitalista, no lo toman como base de formación, pues hay un proceso de autoconstrucción que provoca una política de participación de las comunidades que se extiende a la construcción de sus espacios. Además, suele haber producción de alimentos y prestación de servicios internos, como escuelas, centros de salud, entre otros. Por lo tanto, existe una fuerte circulación interna de capital, a menudo con sus propias monedas.
  • La tercera, ecológica: las ecoaldeas tienen como uno de sus principales cimientos la búsqueda de la sostenibilidad ecológica, es decir, sus decisiones se toman ante las consecuencias en el aspecto ambiental, renunciando, en la mayoría de los casos, a un mayor beneficio por una acción en r]espeto la naturaleza.
  • El cuarto, cultural: las ecoaldeas están formadas por comunidades y por lo tanto comparten una identidad colectiva que trae consigo un vínculo de pertenencia, tema que es clave para el crecimiento de las dinámicas de cooperación en oposición a la competitividad existente en las ciudades e impulsada por la lógica capitalista.

Todas las ecoaldeas parecen ser 'terceros espacios', no necesariamente por sus objetivos alcanzados, o por su nivel de autosuficiencia, sino por su intención fundacional: la sostenibilidad. Esto, dentro de su propio concepto, ya engloba cuestiones sociales y ecológicas, convirtiendo las ecoaldeas en puentes.

Hay un espacio en el que se hace evidente esta integración: las cocinas, mismas que se integran porque no existe una cocina de ecoaldea sola. Diferentes a las ubicadas en las ciudades, donde una cocina es un espacio para cocinar, con estufa, refrigerador y fregadero. En las comunidades sostenibles, la cocina siempre va acompañada de equipos que la hacen parte del ciclo de la naturaleza.

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Diagrama de producción propia

El acto de cocinar se integra sistemáticamente con la recogida, transformación y disposición de los recursos naturales, ya sea agua, energía o alimentos, convirtiéndose así en una conexión entre el exterior y el interior del edificio. Así, al pensar de forma sostenible e integrada, la huerta, que produce los alimentos, el compostador, que compone los desechos orgánicos, el baño seco, que compone los desechos humanos, el ciclo del plátano, que trata las aguas grises, el cubierta que recoge el agua de lluvia, entre otras posibilidades que apuntan a la continuidad del ciclo de vida. Además, estos proyectos tienen en cuenta los ciclos rotos o no antes de su uso, en la fase de construcción, priorizando materiales abundantes y renovables, como tierra y madera, reduciendo el uso de acero y hormigón.

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Inodoro seco - Inodoro compostable como solución para ahorrar agua y producir fertilizantes. Dibujo ilustrativo de producción propia
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Biodigestor - Mecanismo para la producción de biogás y fertilizantes a partir de residuos orgánicos. Dibujo ilustrativo de producción propia. Fuente del estudio: (CASTAGNA, 2019.)
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Ciclo del árbol de plátano: sistema que utiliza árboles de plátano, troncos y escombros para filtrar y eliminar las aguas grises. Dibujo ilustrativo de producción propia

Pero la cocina de las ecoaldeas está integrada no solo por su sostenibilidad ecológica, sino también por su papel central en la comunidad. En muchas culturas, la cocina actúa como un imán, albergando diferentes dinámicas además de cocinar. Es común observar en los hogares de diferentes regiones del mundo que la cocina es un espacio aglomerante de personas, donde tienen lugar conversaciones sin pretensiones y encuentros diversos. En las casas comunitarias, el poder de este espacio de conexión se multiplica, yendo más allá del carácter de un lugar de intercambios personales para convertirse en muchas ocasiones en un espacio político, donde tienen lugar discusiones sobre la gestión de la casa y la comunidad.

Es posible pensar en la cocina como una analogía moderna referida a la rueda alrededor del fuego, que siempre se actualiza en otros formatos, más grandes, cuando se incorpora gente nueva. El fuego que permanece en los hogares modernos es el que se conforma a la llama de la estufa, que permanece con su naturaleza de reunir a la gente a su alrededor. Parece ser por esta naturaleza que la cocina es una invitación constante a formar un colectivo, ya sea en el acto de cocinar juntos o conversar.

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Cocina de la comunidad de Arca Tentyris, en la ecoaldea de Damanhur, Italia. Foto de Luiza Tripoli

Es en la cocina donde se espacializa una de las conexiones ininterrumpidas entre la naturaleza y la humanidad, el acto de comer. Acción que expone la dependencia humana de la biosfera, que se configura de forma casi materna, basada en la necesidad de alimentarse de lo externo a ella. La necesidad de comer es común a todos los seres humanos y la necesidad, que en los últimos años se ha vuelto cada vez más latente, de actuar de forma sostenible invita a la transformación de la cultura de comer, cocinar y también al acto de proyectar una cocina.

Al estudiar y experimentar las cocinas de las ecoaldeas, es posible aprender a expandir este poder de conexión, tanto en el ámbito social como en el ambiental. La importancia de vivir colectivamente aparece al observar estos espacios, que suelen estar llenos de intercambios, pertenencia y cuidado. Cambiar la lógica de cómo se diseña una cocina es la invitación a este proceso de aprendizaje, no a entenderla como un espacio independiente de la naturaleza para diseñarla como realmente es: integrada a los ciclos naturales.

El ensayo aquí publicado es producto del Trabajo Final de Curso “(In) common - Ecoaldeas como un espacio que reintegra a la humanidad en la naturaleza y su expansión en las ciudades a través de la cocina”, desarrollado en la Escola da Cidade en 2020, con la orientación de Carol Tonetti . El trabajo se realizó como producto de experiencias presenciales en comunidades y ecoaldeas en diferentes partes del mundo: Auroville (India), Damanhur (Italia), Piracanga (Brasil), Findhorn (Escocia) y Kikajjo (Uganda). El contenido completo de la tesis está disponible aquí.

Referencias Bibliográficas
CASTAGNA, Guilherme; BARROS, Lisa; SAMORA, Paola; YAMAMOTO, Patricia. Manejo da água.  2019. Disponible en: https://ipesa.org.br/programas-e-projetos/agua-e-floresta/manejo-da-agua/. Acceso: 8 octubre 2020.
DREGGER, Leila; JOUBERT, Kosha. Ecovillage: 1001 ways to heal the planet. Escócia: Triarchy Press, 2015.
GEN. Global Ecovillage Network. Disponible en: https://ecovillage.org/. Acceso: 30 septiembre 2020.
SASSEN, Saskia. Delegating, not returning, to the biosphere: how to use the multi-scalar and ecological properties of cities. Elsevier Ltd, 2011.

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Sobre este autor/a
Cita: Tripoli , Luiza . "¿Qué podemos aprender de las ecoaldeas y sus cocinas?" [O que podemos aprender com as cozinhas das ecovilas] 10 jun 2021. ArchDaily en Español. (Trad. Arellano, Mónica) Accedido el . <https://www.archdaily.cl/cl/963155/que-podemos-aprender-de-las-ecoaldeas-y-sus-cocinas> ISSN 0719-8914

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