Francisco Valdivia

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Estudiar Arquitectura no es ni Uber ni Netflix

He hecho clases durante los últimos diez años y he visto con estupefacción cómo los estudiantes universitarios de Arquitectura cada vez están más convencidos que esto -la Escuela de Arquitectura- es como Uber o Netflix.

Se acostumbraron a escoger, rechazar y evadir, deslizando un dedo hacia un lado. Si no les gusta el taller, pueden deslizar algo mágico y pasar al siguiente. Al igual que cuando piden un Uber cancelan el viaje si nos les gusta el automóvil o el rostro de quien les recibirá en la puerta. Creen que si los profesores no los califican como esperan, entonces pueden otorgar una o dos estrellas y que la universidad les devolverá su matrícula. Nada del encuentro de ideas y el progresivo aprendizaje que significa la universidad. Pagan (o sus padres) por un servicio, como una suscripción a Netflix o una habitación en Airbnb.