Juan Pablo Rodríguez Méndez

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Estos proyectos estudiantiles buscan mejorar las condiciones de trabajo de las parteras en los Altos de Chiapas, México

Hacer arquitectura social no debería ser un diferenciador de nuestra práctica. La excepción es ridícula en un país como el nuestro, donde la asimetría y la desigualdad social son la constante. Sin embargo, nada más oportuno resulta el hecho de contribuir, atajando esos grandes surcos existentes entre la realidad y el espíritu de nuestra labor desde las aulas, con el entusiasmo honesto de los estudiantes de la carrera de Arquitectura.

Este propósito de colaborar desde la academia y no el de lucrar con la necesidad, patentando las soluciones que son obvias en las comunidades, obligó a la renuncia de la promoción de autorías y sobre todo dejar de lado el ego arquitectónico con la claridad de saber que había más qué aprender de la vida de estas comunidades que imponerles a ellas una forma de vida al cobijo del “design”.