Desde el periodo precolombino de América, en el cual florecieron culturas como la olmeca, maya, purépecha y mexica (azteca), hasta la época moderna, donde la arquitectura se ha visto influenciada por movimientos sociales e incluso desastres naturales, la arquitectura mexicana exhibe una valiosa expresión arquitectónica con una voz propia y características distintivas. El Premio Nobel de Literatura Octavio Paz sostenía que la arquitectura es un testigo incorruptible de la historia. Asimismo, los materiales que la conforman han actuado como protagonistas de ella, perdurando en muchos casos a lo largo del tiempo y evolucionando gracias a las generaciones de arquitectos que han contribuido desde diversas perspectivas.
Para trazar una línea del tiempo, es posible tomar como punto de partida la arquitectura prehispánica, que exhibió una diversidad de matices debido a la vasta extensión territorial de México. Esto permitió que diversas culturas encontraran su nicho y desarrollaran estilos arquitectónicos característicos. Posteriormente, la época de la colonización española, que a su vez recibió influencias de la arquitectura islámica, representó un notable punto de inflexión en el desarrollo arquitectónico. Esta fase perduró hasta la llegada de la Independencia de México en el siglo XIX. A su vez, esto marcó el inicio de movimientos sociales y culturales, tanto durante como después de la Revolución Mexicana a principios del siglo XX.