Es bien conocido que la industria de la construcción se encuentra entre una de las mayores productoras de CO2. Aunque se ha avanzado mucho en la tecnología y en los procesos de diseño y construcción, todavía queda un largo camino por recorrer para reducir al mínimo o casi a cero las emisiones de carbono en el desarrollo de los hábitats construidos.
La industria de la tecnología en Japón ha seguido sirviendo como una fuerza impulsora fundamental, y todo el país es conocido por sus innovaciones tecnológicas en varias industrias. Últimamente, la mayoría de las industrias y empresas han comenzado a cambiar su enfoque hacia el tema del desarrollo sostenible, con la inclusión de estas mismas tecnologías para trabajar hacia objetivos de energía cero.
Dado que la emergencia climática se presenta como una amenaza grave y existencial, es crucial que el camino hacia el carbono neto cero se reanude a gran escala tanto en un sentido arquitectónico como comercial. En todo el mundo, se han renovado los esfuerzos en un intento de hacer frente a lo casi inconcebible. Según el informe de estado global de edificios y construcción de 2019, el sector de edificios y construcción representó el 36% del uso de energía final y las emisiones de carbono relacionadas con el proceso en 2018. Aunque las emisiones de carbono se redujeron temporalmente durante el pico de la pandemia, se establecen para volver rápidamente a las cifras anteriores.
Esta frase llamó la atención durante la conferencia de Diébédo Francis Kéré en el AAICO (Congreso Internacional de Arquitectura y Arte), que tuvo lugar en Oporto, Portugal, entre el 3 y el 8 de septiembre de 2018. Tras ser presentado nada menos que por Eduardo Souto de Moura, Kéré inició su intervención con la sencillez y la humildad que guían su trabajo. Sus obras más conocidas se construyeron en lugares muy remotos, donde los materiales son escasos y la mano de obra son los propios vecinos, utilizando recursos y técnicas locales.
Jardín del Mercado en el piso 3. Image Cortesía de MUT
En la segunda mitad del siglo XX, con la masificación del automóvil y un crecimiento demográfico exponencial, ciudades alrededor del mundo se expandieron de manera acelerada. El caso de Santiago, Chile, no fue ajeno, caracterizándose por una mancha urbana extensa y fragmentada que ha derivado en una fuerte dependencia del automóvil, degradación ambiental y consumo de suelo agrícola. Con una falta de planificación y políticas que apunten a un desarrollo urbano sostenible, el resultado es una ciudad más contaminada y menos verde; un escenario muy alarmante considerando la crisis climática a la que nos enfrentamos.
Solar Greenhouse es un invernadero diseñado para la generación de energía y el cultivo autosuficiente de alimentos. Sus autores lo definen como el próximo paso hacia una transformación agrícola más ecológica y un avance en la lucha contra la pobreza alimentaria y energética. El proyecto ha sido llevado a cabo por un grupo de estudiantes, profesionales y expertos —del Máster en Edificios Ecológicos Avanzados y Biociudades (MAEBB) del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC) Valldaura Labs— y ha sido construido en el parque natural de Collserola, a las afueras de la ciudad de Barcelona.
“Calles compartidas”, el proyecto del Laboratorio de Innovación Urbana Ciudad Emergente, fue reconocido en los premios Scroll of Honour por el impacto urbano que tuvo la transformación de ciertas calles de Santiago, Chile, en espacios de encuentro capaces de reducir considerablemente la huella de carbono de la ciudad. La iniciativa de ONU-Hábitat, busca incentivar el trabajo de quienes se dedican a innovar en el campo del desarrollo urbano sostenible. En esta versión, las 80 candidaturas fueron evaluadas en función a sus respuestas ante la crisis producida por la actual pandemia y al tema del Día Mundial del Hábitat 2021, "Acelerar la acción urbana para un mundo libre de carbono", así como por su potencial de replicabilidad en distintas ciudades alrededor del mundo. Conoce a continuación los cinco ganadores que se destacaron por la resiliencia, sostenibilidad e inclusividad de sus propuestas.
La crisis climática, la escasez de recursos y la inequidad socio-espacial son algunos de los desafíos que enfrenta a la fecha la disciplina arquitectónica y el rubro de la construcción. Desde la altiplanicie chilena, territorio marcado por su riqueza de tesoros naturales y culturales en contraste con los escasos recursos naturales del desierto, la Fundación Altiplano nos invita a repensar la restauración patrimonial desde el enfoque de la sustentabilidad, la conservación en comunidad y los procesos participativos. El modelo construido e implementado junto a las mismas comunidades, levanta desde los saberes ancestrales y el uso de materiales locales, no solo algunas respuestas sino también las interrogantes claves para enfrentar el convulso contexto en el cual nos situamos.
Pareciera que con la gentrificación de la Ciudad de México surgió el concepto de “huertos urbanos”, un modelo de autonomía alimentaria que no solo nos provee de productos orgánicos, frescos y ready to eat, sino que embellece el paisaje urbano y nos reconecta con la naturaleza. Sin embargo, no hay nada más equivocado que concebir la agricultura urbana como un asunto de moda.
Ya hemos presentado a los materiales Km 0: se pueden adquirir localmente, no necesitan ser transformados por grandes etapas de procesamiento industrial o tratamientos tóxicos y, al final de su vida útil, pueden ser devueltos al medio ambiente.
Por ejemplo, madera de árboles cercanos, a tan solo pocos kilómetros, que eliminan la necesidad de largos traslados, valorizando los recursos locales, y permitiendo una arquitectura de menor impacto ambiental y más involucrada con el territorio.
Muchas veces no he podido descifrar si una edificio repleto de árboles encajaba bien en la categoría de "sustentable". De la misma manera, tuve que convencer a amigos y familiares, es decir, personas que no están familiarizadas con la idea, de que este podía estar muy lejos de serlo.
Pareciera que la gran mayoría del marketing contemporáneo en arquitectura sostenible apunta al greenwashing. Ya no existe una brecha clara entre lo que realmente puede o no contribuir a la creación de ambientes más saludables. Cuando llevamos esto a las viviendas, lo que más se construye en el planeta, se vuelve un asunto preocupante.
Muchas veces no he podido descifrar si un edificio repleto de árboles encajaba bien en la categoría de sustentable. De la misma manera, tuve que convencer a amigos o familiares, es decir, personas que no están familiarizadas con la idea de infraestructura verde, de que este podía estar muy lejos de serlo.
La gran mayoría del marketing contemporáneo en arquitectura sostenible corresponde principalmente al greenwashing. Ya no existe una brecha clara entre lo que realmente puede o no contribuir a la creación de ambientes más saludables. Cuando llevamos esto a las viviendas, lo que más se construye en el planeta, se vuelve un asunto preocupante. Entonces nos preguntamos, ¿Qué hace que una casa sea "verde"?
Los principios bioclimáticos, si parten de un correcto entendimiento de las condiciones geográficas y climáticas del sitio, pueden optimizar notablemente los rendimientos de los edificios y fomentar el desarrollo de mejores espacios interiores. Las estrategias pasivas como el control de la radiación solar, la recuperación del agua de lluvia, el aprovechamiento de la iluminación natural y la ventilación cruzada, el tratamiento y reúso de aguas grises y la recolección de energía solar, son herramientas que permiten obtener un mayor confort térmico y ambiental con bajos costos energéticos.
Recientemente se dieron a conocer los ganadores del Concurso Nacional de Vivienda Sustentable de Interés Social; una convocatoria organizada por el Colegio de Arquitectos de la Provincia de Córdoba y promovida por la Municipalidad de Villa María que buscaba generar un debate en torno a la importancia del rol de la arquitectura en las temáticas sociales, discutiendo sobre cómo se pueden originar, desde el interior de la disciplina, diversas alternativas de vivienda que planteen soluciones positivas a la crisis habitacional Argentina, incorporando a la vez principios de sustentabilidad en las dimensiones económica, social y ambiental.
Los niños europeos pasan aproximadamente 200 días al año en sus escuelas primarias. Aunque gran parte del mundo no tiene esa misma carga lectiva, después de la propia casa, generalmente los niños y adolescentes pasan la mayor parte del tiempo en instituciones educativas. Pueden ser lugares de aprendizaje, juegos y convivencia. Y, por más triste que pueda ser, también pueden ser los únicos lugares seguros y de alimentación para niños que viven en ambientes de abandono, hambre y violencia.
A través de una extensa investigación en el Reino Unido, se concluyó que las características físicas de las aulas explican el 16% de la variación en el progreso del aprendizaje a lo largo de un año. Es decir, mientras mejor diseñada sea la sala de clase, mejor es el desempeño académico de los niños. Según el estudio, los factores que más influyen son la luz solar, la calidad del aire, la acústica, la temperatura, el diseño del espacio y la estimulación en su interior.
El proyecto surge como una oportunidad para aumentar la accesibilidad al actual Hipódromo de San Isidro en Buenos Aires-el cual actualmente posee una gestión privada- a partir de intervenciones mínimas, logrando un parque lineal alrededor del predio, dotando al pulmón verde de mayor inclusividad, para que funcione como núcleo social inclusivo y mejore el medio ambiente y calidad de vida.