
Se trata de uno de los tantos valores del norte peruano: sus inmensos ventanales. Cuando supe que iría pa'l norte a Trujillo, inmediatamente empecé a soñar con sus ventanas. Las vi en un buen curso universitario, y sus dimensiones fueron lo suficientemente grandes como para ocupar un lugar importante en mi memoria. Sumándole a eso una natural obsesión por cualquier tamaño o forma de ventana y su razón de ser o lo que permiten. A pesar de que estuve allí años atrás de pequeña, ahora volvía con una nueva visión más arquitectónica.